Podría decirse que el germen de Ecoherencia surgió en el máster de restauración de ecosistemas de la promoción del 2010 y de un sueño en las lejanas tierras de Chile, más como un pensamiento abstracto que como una realidad. Poco a poco fue cogiendo forma y haciéndose tangible, real. Aterrizó en la geografía gaditana en un jardín de Jerez de la Frontera, de la mano del movimiento Transition Towns y la economía alternativa.

Se constituyó como una pequeña asociación granadina, liderada por María y Alberto, basada en sueños y en ganas de cambiar el mundo en 2010, en plena época de crisis. Éramos emprendedores sociales que creíamos (y creemos) en lo que hacíamos por encima del pensamiento que imperaba en ese momento en la realidad. Realizamos algunos proyectos de pequeño calibre e hicimos cientos de bolsas de semillas para impulsar los primeros brotes de una entidad que acabaría convirtiéndose en toda una empresa.

Poco después, ya en Cádiz, se unió a la aventura María José, compañera del máster de restauración de ecosistemas de Alberto y María. La permacultura, la investigación, la educación ambiental y la restauración de ecosistemas eran los pilares sobre los que se fue edificando la entidad. Considerados agentes del cambio, comprometidos con la emergencia climática, con inquietudes y valores que sueñan con una sociedad más justa y más sostenible. Intentamos cambiar la realidad local (y, por ende, la global) desde la innovación social, cuidando de nuestro entorno, las personas, aportando nuestro granito de arena y multiplicando nuestros conocimientos. Contagiamos nuestras ganas de cambiar el mundo con pequeños actos y poniendo la vida en el centro.

No hemos dejado de crecer desde el día uno, y en 2012 se constituye la cooperativa Ecoherencia SCA a la que se unió otra compañera del máster de restauración de ecosistemas, Patricia, desde la capital, Madrid. En nuestros años de experiencia, hemos aprendido a responder a las adversidades y hemos demostrado que se pueden llevar a cabo proyectos que actúen por el bien común, a la vez que sostenibles económicamente. Trabajando a distancia y en las reuniones que iban surgiendo, Ecoherencia fue creciendo y consiguiendo cada vez más proyectos. Los clientes confían en nosotros porque somos cercanos, honestos, fiables, transparentes, multifuncionales y profesionales. Tenemos experiencia en diversos campos, vocación, ganas de apoyar, cooperar y de cuidar a las personas y al entorno.

Seguimos aumentando la familia ecoherente desde 2012 y en 2017 éramos 9 personas en plantilla de forma permanente y decenas de monitores y monitoras participaban en nuestras actividades. Ese mismo año comienza a formar parte del equipo José, el quinto socio que a día de hoy conforma Ecoherencia. Además, se hacen permanentes a nuestro ADN personas muy importantes. En 2019 coincidimos hasta 16 personas trabajando como plantilla estable, acudiendo a los encuentros de Ecoherencia que intentamos realizar todos los años para que la familia estuviera unida y participando en las actividades de la entidad. En 2020 nos sobrevino la crisis sanitaria del Covid-19, obligándonos a reinventarnos cada día y a generar nuevas propuestas para seguir plantando batalla a la emergencia climática y a los nuevos desafíos que nos fueron surgiendo.

Y ya estamos en 2021, sacando nuevos proyectos adelante, con la misma ilusión que el primer día pero con algunas arrugas más en la cara y en el corazón. Hemos aprendido mucho y seguimos aprendiendo a cada momento.

¿Qué nos deparará el futuro?