Se estima que el 90% de las calorías que componen la dieta mundial está compuesta por apenas unas 15 especies vegetales diferentes, pero diversos estudios afirman que la lista de plantas comestibles en el planeta puede rondar entre las 27 000 y las 60 000 especies. Eso quiere decir que, en un mero paseo por el campo, puedes toparte con decenas de ‘malas hierbas’ que, en realidad, sirven para nutrirte, mejorar los cultivos y servir de cobijo en los ecosistemas, e incluso para curarte.

¿Un ejemplo? La malva (Malva sylvestris L.), la achicoria (Cichorium intybus L.) o la verdolaga (Portulaca oleracea L.), especies silvestres que están presentes en prácticamente todo el territorio nacional. Otras, como el tagete (Tagetes erecta L.), el ajo social (Tulbaghia violacea Harv.) o la capuchina (Tropaeolum majus L.) se utilizan ampliamente como plantas ornamentales en nuestros jardines y parques.

Todas estas especies, y alguna más, como la consuelda (Symphytum officinale L.), el tanaceto (Tanacetum vulgare L.) o la caléndula (Calendula officinalis L.), fáciles de encontrar en huertas y viveros de nuestro país, están incluidas en nuestro libro Plantas Multifuncionales: guía de usos, cultivo y recetas. Nos referimos a ellas como PlaM, y entre sus características destacan el hecho de ser comestibles, tener algún uso medicinal y ser útiles en el huerto o en la recuperación de un espacio degradado.

En primavera y verano abundan la verdolaga, la consuelda o el amaranto (Amaranthus spp.). En otoño e invierno, disfrutamos de la malva, la capuchina, el cenizo (Chenopodium album L.) o la borraja (Borago officinalis L.) y prácticamente durante todo el año se puede consumir caléndula o llantén mayor (Plantago major L.)

Cosecha de PlaM en nuestra huerta

En nuestro huerto disponemos de estas plantas de manera habitual; a veces, no las cultivamos directamente, las dejamos crecer en el seto o en otros lugares estratégicos para que nos ayuden con la cosecha de agua y suelo, ya que en el sur sufrimos de muchas lluvias torrenciales (cada vez más frecuentes y dañinas debidos a los efectos del cambio climático), y las utilizamos también como barrera física.

En ocasiones, y debido al tiempo que podemos dedicar a la huerta o a las plagas y enfermedades que hayamos podido sufrir, cosechamos más PlaM que otro producto en nuestra huerta. Así, las llevamos consumiendo varias veces en semana desde el año 2012, y el contacto directo con ellas nos ayudada a seguir investigando y aprendiendo de ellas para poder hacer una divulgación con sentido.

En nuestro libro y en los cursos que organizamos, además de hallar indicados los usos medicinales de cada planta, podrás conocer muchas originales recetas gastronómicas, como la cerveza de milenrama, los “crujipanes“ de verdolaga, la tansy cake, la quiche de espinacas de Nueva Zelanda, el helado de flores de tagete…

En los últimos años, estamos haciendo un esfuerzo para vincular a personas dedicadas a la agricultura para que produzcan PlaM para el sector hostelero y, de esta forma, poder disponer de ellas en las cartas de los bares y restaurantes. Su uso será determinante para alcanzar un futuro más resiliente.

PlaM contra la crisis climática

La resiliencia de estas especies es, de hecho, uno de sus mayores valores a la hora de poner freno a la terrible urgencia climática actual. Los retos derivados de la crisis climática se nos presentan de muy diversas formas, como pérdida de la biodiversidad, proliferación de plagas y enfermedades, pérdida de suelo, falta de disponibilidad de agua, aumento de incendios forestales, alteraciones en la planificación de cultivos, incertidumbre en la producción de alimentos, escasez de los mismos… Todo esto pone en peligro nuestra soberanía y seguridad alimentaria.

El uso de las PlaM fomenta la biodiversidad y pone en valor recursos que, de otra manera, serían eliminados del sistema mediante herramientas mecánicas o químicas que favorecerían la escorrentía y la pérdida de suelo, y que podrían contaminar las aguas, entre otras consecuencias.

Así, por ejemplo, en lugar de arrasar con las ‘malas hierbas’ del huerto, lo que acaba con los organismos beneficiosos que existen en la tierra, o de pulverizarlas con insecticida, contaminando el entorno, proponemos una convivencia mucho más respetuosa con el medio a través de la permacultura.

Puedes hacerte con nuestro libro de PlaM solicitándolo a través del correo info@ecoherencia.es.

¡Apúntate a este pedazo de PlaM!